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Chloe era una chica de 20 años, alta y esbelta, con unas enormes y sensuales curvas. Sus generosos pechos y caderas eran su mayor atractivo, aunque a menudo causaban inconvenientes para encontrar ropa que se lo ajustara.

Chloe estaba saliendo con Mark, un chico apuesto de su edad, de ojos azules y cuerpo atlético. Aunque su sexualidad era activa y desinhibida, Chloe nunca se había sentido tan Valorada como con Mark.

O al menos eso pensaba. Porque el deseo de Chloe hacia Mark subía cada día, ahogándola. Sabía que tenía que explorar aún más su límite juntos, pero temía que Mark no estuviera preparado para ello. Su relación se sentía estancada, y Chloe comenzó a dudar de si Mark podría satisfacerla.

Un día, Chloe invitó a Mark a pasar el día en su apartamento con paredes blancas, ansiosa de descubrirlo. En cuanto se quedaron a solas, Mark la miró expectante, y la tensión se palpó en el aire.

Cuando Mark besó a Chloe y deslizó sus manos por su cuerpo, ella gimió, llena de alivio y ansiedad. Mark la llevó al salón, desnudándola mientras la acariciaba, y el corazón de Chloe latió desbocado.

Ahora estaba desnuda ante él, esperando ver cómo su miembro se endurecía ante las olas de placer que recorrían su cuerpo. Pero su erección se hizo esperar y la tensión se acrecentó.

Chloe comenzó a preocuparse, preguntándose si Mark sería capaz de satisfacerla. Hasta que finalmente la penetró, sacudiendo el mundo de Chloe. Su ritmo fue frenético, explorando cada posición.

Cada embestida libró a Chloe de los últimos vestigios de duda e inseguridad, sacudiéndola de orgasmo tras orgasmo. Mark la llenó de satisfacción, rompiendo su contención.